Cris Morena es sinónimo de éxitos televisivos como Chiquititas, Casi Ángeles y Floricienta, pero detrás de sus historias llenas de fantasía y música se esconde una mujer con un pasado difícil. En una reciente entrevista con Oriana Sabatini para el ciclo A dónde vamos cuando soñamos, la reconocida productora abrió su corazón y habló sobre su infancia, las heridas que marcaron su vida y cómo su misión de proteger a los niños nació de su propio dolor.
Desde pequeña, Cris creció en un entorno donde la rigidez y la disciplina eran moneda corriente. Asistió a un colegio de monjas francesas donde las normas eran estrictas y cualquier muestra de rebeldía era castigada. “Me aquieté mucho en el colegio”, recordó, aunque en su interior seguía siendo esa niña que amaba la libertad.
La creación de un nombre y un legado
Su transformación en Cris Morena fue casi accidental. En sus inicios en la televisión, se dio a conocer con el nombre de Laura Morena, pero al recibir reconocimiento y cariño del público, decidió conservar parte de ese nombre artístico. “Mi nombre real es Cristina de Giacomi, pero el productor me insistió en que debía cambiarlo”, contó. Así nació una identidad que, con el tiempo, se convirtió en un ícono de la televisión juvenil.
El mayor golpe de su vida llegó en 2010, cuando su hija Romina Yan falleció repentinamente. Desde entonces, Cris ha reafirmado su compromiso con la infancia. “Mi vida tuvo un norte: proteger a los niños, porque mi infancia fue muy dura”, confesó. Hoy, sigue creando historias con la misma pasión, convencida de que la niñez merece ser cuidada y celebrada.
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