Benjamín Rojas: "No me gusta ser el centro de atención"

De chico, más de una vez negó ser “el pibe de la tele”. Formado en los semilleros de Cris Morena, se amigó con la fama. Quería ser rugbier o arquitecto. Se hizo actor... jugando.

Con más de la mitad de su vida dedicada a la actuación, y lejos del modelo de los niños que crecieron naturalmente frente a una cámara, admite sin pudores que “me costó mucho aprender a ser ‘el pibe de la tele’ . Cuando empecé, por ejemplo, si alguien por la calle me preguntaba si era o no el de Chiquititas , yo decía que ‘no, nada que ver’ . Tenía 12 años, era mi primer trabajo, pero para mí era un juego. Y no me sentía, ni me siento ahora, por supuesto, diferente a los demás. No soporto la mochila de laburar de famoso. ¿Viste que hay gente que después de grabar o lo que se sea va de un evento a otro? Bueno, yo no. Cada tanto puedo ir, pero no es lo habitual en mí”. A los 26 años, Benjamín Rojas cuenta que si bien al principio “me daba mucha vergüenza que me miraran, ya entendí que eso viene con el paquete. Ahora si, ponele, voy a comprar una tuerca, me como tranquilo toda la introducción de ‘¿Qué hacés vos acá?’ y luego la compro. Antes me ponía loco que me reconocieran... Y en eso fue clave una pregunta que me hizo una vez mi viejo, de la que no me olvido”.


Con un sándwich y una gaseosa, en un caluroso anochecer de primavera, ‘el pibe de la tele’ es uno más del bar de Palermo, en el que lo consideran más un vecino que un personaje conocido. Tal vez porque él se comporte así. Y a cuento de eso llega la anécdota de hace 14 años, cuando, comiendo en familia en un restaurante, le dijo a un curioso no ser quién era: “Mi papá me miró y me dijo ‘¿Por qué negás algo que te gusta hacer?’ . Pregunta que supe contestar cinco años después, cuando hice Rebelde Way . Ya tenía 17 años, vi todo lo que había por delante y asumí que este oficio incluye la exposición. Había que tomarlo o dejarlo, y como a esa altura ya amaba lo que hacía, aquí estamos”.

‘Estamos’ en Fitz Roy y Nicaragua, con el Juanse de Cuando me sonreís (a las 22, por Telefe), la tira que protagonizan Facundo Arana y Juieta Díaz, en la que el ‘benjamín’ de los Rojas compone a un chanta delicioso. El menor de cuatro hermanos lleva en el nombre el orden de llegada al mundo.

Ariano y platense, cuando repasa la infancia -que no le queda lejos, por cierto- encuentra que “no cambié mucho. Tal vez me cargué de inseguridades, porque estoy obligado a tomar decisiones... Le pasa a todo el mundo, por supuesto, pero como vengo trabajando de chico, lo noto mucho en cómo se modificó mi relación con el laburo. Antes, si no salía un programa no pasaba nada. Ahora vivo de esto y me tengo que hacer cargo solito, corresponde”. Chico grande, asume que “lo que sigue igual es que soy tan charlatán en el set como lo era en la escuela. Hablo mucho con los técnicos, pero a la hora de grabar, ahí estoy, concentrado. Eso lo aprendí de Cris”.

La palabra ‘Cris’ (ver El referente ) se cuela varias veces, como se cuelan seguido ‘familia’, ‘amigos’ o ‘ hermanos’.

El tema de los afectos asoma siempre asociado a alguna decisión clave que ha tomado. Como cuando cuenta que “al terminar el secundario, tuve una charla con mis padres, en la que me mostraron el panorama. Me dijeron ‘Este es el momento para elegir si seguís con esto o empezás a estudiar algo. Y si seguís con esto tomalo como propio, querelo, cuidalo y defendelo. Ya no lo tomes como un juego’.

Y eso me hizo crecer”.

A los 10 años, mientras se “fascinaba viendo los ‘Making off’ (el ‘ cómo se hace’ ) de las películas de Disney que daban por Telefe”, soñaba con integrar Los Pumas (era apertura en La Plata Rugby Club), más tarde fantaseaba con ser arquitecto, pero siempre, en el medio, aparecía la recreación de situaciones: “Con mi hermana jugábamos a los oficinistas o a los basureros, porque teníamos camas cuchetas y en nuestra imaginación las transformábamos en camión al que le tirábamos las bolsas... También me acuerdo de algo que hacía con mi tío César. En los shoppings o en la calle montábamos escenas de pelea o le armaba escándalos públicos y parecían creíbles. Nos reíamos nosotros solos, pero estaba bueno”.

El tío César, fotógrafo, fue quien fue abrió su camino actoral, llevando sus fotos a una agencia. Seguidilla de “castings en los que rebotaba siempre”, hasta que lo seleccionaron para un comercial.

Enseguida lo convocó Cris Morena para un taller de formación actoral con vistas a trabajar en alguno de sus programas: a los 12 debutó en Chiquititas , a los 17 protagonizó Rebelde Way y conoció parte del mundo con la banda Erreway, después se hilvanaron Floricienta , Alma pirata -que pasado mañana, a las 19, repone Telefe-, Casi ángeles y Jake & Blake . En el medio filmó cinco películas, grabó seis discos, se perfeccionó como guitarrista, descubrió que tiene club de fans en varios países y se amigó con la fama. Igual, insiste con eso de “no me gusta ser el centro de atención”. Y, más allá de aceptar los arrabales de su oficio, no trabaja de ‘el pibe de la tele’.

Fuente: Clarín

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