Si bien argentino, la cubierta del libro es como la de un best seller yanqui: títulos grandes, en sobre relieve, incluso brillosos y en colores estridentes. Y no es para menos: pese a sus más de 600 páginas, debe captar la atención de los adolescentes tanto como lo hizo la serie televisiva Casi Ángeles, que es la que justamente le da vida a esta larga narración. Además, por la estética y volumen del libro, sus ilustraciones en cada capítulo y las fantasías que envuelven a cada situación que viven los personajes (lo que sin duda dificulta seguir un solo hilo conductor), se percibe la importancia de que haya un vínculo fluido entre el soporte audiovisual y el papel.
Casi Ángeles, la isla de Eudamón es el primer libro de una saga. El volumen tiene un paralelismo narrativo con la primera de las cuatro temporadas de este éxito televisivo, al que le costó arrancar en 2007, pero que con el correr de los años y los virajes de formato (por ejemplo, la incorporación de códigos justamente de las series estadounidenses), el cambio de personajes y una mayor complejidad y originalidad de la trama, logró generar fanatismo en chicos e incluso no tan chicos. Porque es complejo definir el grupo etario exacto al cual va dirigida esta historia, en donde se plantean temas delicados de abordar para estas edades, como la explotación infantil, la corrupción policial y judicial, las diferencias de clases sociales, el abandono de padres a hijos, la violencia verbal y física subida de tono, la discriminación y los primeros pasos en la sexualidad adolescente.
Estos tópicos cobran aún más fuerza planteados desde el papel en donde la carencia de imágenes impide explicar mejor -a los chicos sobre todo- hasta dónde llegan los límites y las generalidades.
Para quienes no vieron la serie, todo comienza con la obsesión de un hombre perverso por cobrar una herencia familiar que no le corresponde. Al morir su tía, dueña de la fortuna, se encarga de hacer desaparecer a las dos únicas herederas directas cuando son muy niñas y huérfanas. Para disfrazar su plan y acceder a una parte del dinero, crea una fundación para pequeños sin padres y de la calle, a los que explota de mil maneras, amenazándolos constantemente con matarlos si no le traen plata que deben robar o si abren la boca.
La heroína es Cielo Mágico, una de las huérfanas herederas que se salvó pero quedó amnésica por el trauma que le generó haber sido abandonada en un bosque de noche. Casualmente, conoce a los chicos de la fundación y comienza a trabajar como mucama allí; es decir, en su propia casa. El héroe es Nicolás Bauer, un arqueólogo obsesionando por encontrar la isla de Eudamón, como un legado que le dejó su padre, y que será la columna vertebral que articula y posibilita que Casi Ángeles sea una historia abierta y sin fin.
Fuente: La Gaceta
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